“Novela de ajedrez” Stefan Zweig

Stefan Zweig fue un escritor austríaco que logró relatar en sus novelas los dramas de su época.
“Novela de ajedrez” es una de las obras en la que el autor logra concentrar, en una partida de ajedrez, toda la tensión y la presión entre dos seres humanos que se debaten la vida.
La novela narra la historia de Mirko Czentovicz, un hombre que desde niño fue un genio del ajedrez y que ha llegado a ser campeón del mundo. Este hombre ya adulto y con toda la paz y la tensión que encarnan los “héroes” del ajedrez se embarca en un viaje desde Nueva York a Buenos Aires y allí, en ese barco, en ese espacio, sucede la aventura. El gran jugador se enfrenta al señor B, un vienés que huyendo de los nazis se embarca para Buenos Aires. Ambos jugadores desarrollaran una partida donde se enfrentaran no sólo mentalmente sino que cada uno develará su vida, Gran novela.

“Gran novela” así es como yo también describo esta excelente obra corta del escritor Stefan Zweig llamada "Novela de ajedrez".
Sobre un barco con destino a Buenos Aires dos personajes se enfrentan a una partida de ajedrez. Pero aquello que parecía ser un simple divertimento se transforma en un excelente debelador de verdad. Ambos personajes se enfrentan a una partida pero también a un develamiento de identidad, de historia, de memoria y de lugar social.
Lo interesante que se escabulle entre las páginas de la novela es la historia de este desconocido que se enfrenta a uno de los más grandes jugadores de ajedrez. Dicho desconocido no es otro que el señor B, un hombre noble que ha sido torturado por la Gestapo y que encerrado en un campo ha tenido como único acompañante un libro de ajedrez, el cual le servirá no sólo para soportar las incesantes torturas sino que será su punto de escape del poder nazi.

Así comienza la novela de Stefan Zweig llamada "Novela de ajedrez". Es increíble como el movimiento de las palabras simula el movimiento incesante de las olas contra el barco que embarca a los personajes y a nosotros mismos en una aventura.
"A bordo del trasatlántico que a medianoche debía zarpar rumbo a Buenos Aires reinaban la habitual acucia y el ir y venir apresurado de la última hora. Se confundían y se abrían paso a codazos los allegados que acompañaban a los viajeros; los mensajeros de telégrafos, con las gorras terciadas, recorrían los salones como flechas, gritando tal o cual nombre; se arrastraban baúles y se traían flores; por las escaleras subían y bajaban niños movidos por la curiosidad, en tanto que la orquesta tocaba briosamente la música de acompañamiento de la deck show. Un poco apartado de ese tumulto, estaba yo conversando con un conocido sobre el puente de paseo, cuando a nuestro lado estallaron dos o tres agudos fogonazos de magnesio; algún personaje destacado había sido entrevistado y fotografiado, al parecer, instantes antes de la partida..."