Silvina Ocampo fue una escritora, cuentista y poeta, que ha logrado con su “mala escritura” obtener un lugar entre los grandes escritores del S XIX en la Argentina. No es un dato menor recordar que nuestra autora fue nada menos que mujer de Bioy Casares, amiga de Jorge Luis Borges y hermana de la fundadora de la revista sur Victoria Ocampo. Razones que no le impidieron lograr producir una obra que rompiera con las convenciones y normas genéricas del canon literario en donde silvina se ubicaba. Mientras Victoria Ocampo-la mayor de las seis hermanas nacida en 1890- era caracterizada como la reina amante de las mayúsculas y las grandes causas- Silvina- la hermana menor- prefería el cuarto de sirvientes y se identificaba con la marginación. Acaso debido a esta posición marginal hoy puede leerse la literatura de Silvina Ocampo como una crítica a las debilidades de la sociedad de su tiempo y utilizando como elementos centrales a la sátira junto con el horror y el humor. En palabras de Carolina Suarez: “La autora presenta una visión muy crítica de las conductas sociales mediante la descripción de lugares comunes y estereotipos que aparecen exagerados hasta la caricatura”. Y es precisamente en este espacio narrativo, en estos lugares comunes, en esta forma narrativa, donde se ubica la voz en Silvina Ocampo.
El mundo de la autora es un mundo plagado de voces, en donde cada una de ellas posee y se ubica en un punto de vista determinado.
Uno de los libros de cuentos más famosos de la autora es “La furia y otros cuentos”, cada pieza de la obra, de aparente estructura sencilla e infantil, resumen en sí una grandiosa utilización del lenguaje y una gran forma de economizar las palabras, acción que le permite a la autora crear nuevas formas y lograr diferenciarse de sus escritos anteriores. Es por ello que en cada uno de sus relatos puede observarse un obstinado uso del lenguaje coloquial, de refranes populares y del lenguaje vulgar que determinará el escenario que la autora va a utilizar, que es el de los lugares comunes y la clase baja doméstica, haciendo oír la lengua oral rioplatense.
En efecto, los relatos de Ocampo se caracterizan por ser en un primer momento simples, breves, pero con el paso de la lectura comienzan a metamorfosearse en relatos que se encuentran siempre en la frontera que separa la realidad y la fantasía como vía de búsqueda constante de nuevas formas para la narración.
Luego de lo dicho, si aún no han leído los cuentos de Silvina Ocampo, espero que estas palabras los estimulen a leerla. Porque realmente es una pena perderse la maestría de la autora que con su escritura, su sensibilidad y su voz nos regala historias tan bien logradas que ciertamente es una lástima no dejarse llevar por su pluma.