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Bertolt Brecht
Bertolt Brecht ha sido un poeta y dramaturgo de Alemania muy famoso por sus obras. No sólo ha sido uno de los escritores más influyentes del siglo XX sino que ha creado una forma de escribir y representar teatro como nadie antes lo había hecho. Por todo ello es que en esta presentación quiero contarles un poco sobre la vida y obra de éste escritor que vino al mundo para cambiar la poesía y el teatro.
Este autor de las letras, la poesía y el teatro tuvo que vivir los embastes de la guerra y la invasión nazi, teniendo no solo que huir de su país sino esconderse para que no lo asesinen como a muchos otros poetas.
Lo más importante de su obra teatral son la capacidad de crear obras didácticas mostrando la realidad social que en ese momento se vivían entre guerras, sangre, dolor y muerte.
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Bertolt Brecht ha escrito innumerables obras de teatro y prosa poética pero una de las cosas que más ha fascinado a éste escritor han sido las obras de teatro y han sido tantas y tan diversas que hasta para los actores y directores hoy en día son impresionantes hasta para leer y más aún para actuarlas.
He aquí la bibliografía completa teatral de éste maravilloso director:
Obras teatrales
Baal — 1918
El casamiento de los pequeños burgueses — 1919
El exorcismo — 1919
El mendigo o el perro muerto — 1919
Lux in tenebris — 1949
La pesca milagrosa — 1919
Tambores en la noche — 1919-1922
En la maleza,1921
Vida de Eduardo II de Inglaterra — 1923
Hombre es hombre — 1924
Santa Juana de los mataderos — 1929
La madre — 1930
Las cabezas redondas y las cabezas puntiagudas — 1932
Los fusiles de la señora Carrar — 1937
Temor y miseria del Tercer Reich — 1935
Galileo Galilei — 1938
¿Cuánto cuesta el hierro? — 1929
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El juicio de Lúculo — 1939
Madre Coraje y sus hijos — 1939
Dansen — 1939
El buen hombre de Sezuan — 1938
Púntila y su servidor Matti — 1940
El ascenso evitable del Arturo Ui — 1941
Los rostros de Simone Machard — 1941
Schweyk en la segunda guerra mundial — 1941
El círculo de tiza caucasiano — 1944
Los días de la comuna — 1948
Turandot o el congreso de los lavadores de blanquería — 1930
Songspiels
La ópera de los 3 centavos — 1928
Apogeo y caída de la ciudad de mahagonny — 1928
Happy end — 1929
Los siete pecados capitales de los pequeños burgueses — 1933
La condena de Lúculo — 1951
Señor Púntila y su servidor Matti — 1951
Piezas didácticas con música
El vuelo oceánico — 1929
La pieza didáctica del entendimiento de Baden — 1929
El que dice sí y el que dice no — 1929
La excepción y la regla — 1929
La medida diligencial — 1929
Los Horacios y los Curiacios — 1934
Cuatro epitafios — 1933
El manual internacional de la guerra — 1939
El miserere alemán — 1944
La educación del almorejo — 1949
La crónica de Herrnburg — 1951
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Si bien las obras teatrales son lo que más ha escrito este escritor alemán sus poemas, su palabra poética es de lo más diversos, políticos y únicos en su estilo. Por ello es que a continuación compartiré algunos de sus mejores poemas.
Balada del guardabosques y la condesa
En tierras de Suecia vivía una condesa
que era tan pálida y tan bella.
«¡Señor guarda, señor guarda, mi liga se soltó,
se soltó, se soltó!
¡Guarda, arrodíllate, pronto, y átamela!»
«Señora condesa, señora condesa, no me miréis así,
yo os sirvo por mi pan.
¡Vuestros pechos son blancos pero el hacha es fría,
es fría, es fría!
Dulce es el amor, pero amarga la muerte.»
El guarda escapó aquella misma noche.
Cabalgó monte abajo hasta que llegó al mar.
«¡Señor barquero, señor barquero, acógeme en tu barca,
en tu barca, en tu barca!
Barquero, tengo que ir hasta el fin del mar.»
Entre el gallo y la zorra brotó el amor.
«Oh, dorado, ¿me amas de verdad?»
y fina fue la noche, pero el alba llegó,
llegó, llegó:
todas sus plumas cuelgan del zarzal.
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"Canción de la mujer" es otro gran poema del poeta y dramaturgo Bertolt Brecht es fuerte y sincero y es casi una balada a la mujer en todo su esplendor. Espero que les guste.
Canción de la mujer
1. De noche junto al río en el oscuro corazón de los arbustos
a veces vuelvo a ver su rostro, el de la mujer que amé: mi
mujer, que murió.
2. Hace ya muchos años, y a ratos ya no sé nada de ella, la
que antes lo fue todo, pero todo se marchita.
3. Y ella era en mí como un pequeño enebro en las estepas de
Mongolia, cóncavas, con el cielo amarillo pálido y de gran tristeza.
4. Vivíamos en una cabaña negra junto al río, Los mosquitos
solían perforar su blanco cuerpo, y yo leía el periódico
siete veces o decía: tu pelo tiene un color sucio. O: no tienes corazón.
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5. Pero un día, cuando estaba yo lavando mi camisa en la
cabaña, ella se acercó a la puerta y me miró y quería salir.
6. Y quien le había pegado hasta cansarse, dijo: ángel mío.
7. Y quien le había dicho te quiero la condujo fuera y
riendo miró al aire y alabó el buen tiempo y le dio la mano.
8. Como ya estaban afuera, al aire libre, y la cabaña estaba
desierta, cerró la puerta y se sentó tras el periódico.
9. Desde entonces no la he vuelto a ver, y de ella sólo quedó
el gritito que dio cuando por la mañana volvió a la puerta que
ya estaba cerrada.
10. Ahora la cabaña se ha podrido y mi pecho está relleno de
papel de periódico y por las noches tumbado junto al río en
el oscuro corazón de los arbustos me acuerdo de ella.
11. El viento lleva olor a hierba en el pelo y el agua grita sin
fin pidiendo calma a Dios, y en mi lengua tengo un sabor amargo.
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Canción de una amada
1. Lo sé, amada: ahora se me cae el pelo por mi vida salvaje,
y me tumbo en las piedras. Me veis beber el aguardiente más
barato, y camino desnudo al viento.
2. Pero hubo un tiempo, amada, en que fui puro.
3. Tuve una mujer que era más fuerte que yo, como la hierba
es más fuerte que el toro: se vuelve a erguir.
4. Ella vio que yo era malo, y me amó.
5. No preguntó a dónde conducía el camino, que era su camino,
y quizás iba hacia abajo. Cuando me dio su cuerpo, dijo:
esto es todo. Y fue mi cuerpo.
6. Ahora ya no está en ningún lado, desapareció como una
nube cuando ha llovido, la abandoné y cayó, pues ése era su camino.
7. Pero de noche, a veces, cuando me veis beber, veo su cara,
pálida en el viento, fuerte y vuelta hacia mí, y me inclino ante
el viento.
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Canción de la viuda enamorada
Ay, ya sé, no deberla reconocer
que tiemblo cuando su mano me toca.
Ay, qué me ha sucedido
que rezo para que me seduzca.
¡Ay, ni cien caballos me arrastrarían al pecado!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!
Si me resisto tanto al amor
sólo me he resistido realmente en el fondo
porque sé que si estuviera ante él en camisón
me dejaría hasta sin camisa.
¡Como que le van a importar a él mis reproches!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!
Dudo que valga tanto como yo
y que para él sea amor de verdad.
Cuando todos mis ahorros se hayan gastado,
¿tirará el cacharro a la basura?
¡Ay, ya sé por qué le opuse tanta resistencia!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!
Si tuviera dos dedos de sentido
nunca le habría concedido lo que por desgracia me pidió,
sino que le habría pegado una paliza
en cuanto se me acercó demasiado, como hizo.
¡Ay, ojala se fuera al infierno!
(¡Si al menos no me apeteciese tanto!)
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"La canción del no y el sí" un gran poema en donde esa diferencia, esa ambivalencia entre un no y un sí es tan poética y única que vale la pena mostrárselo a todos ustedes. Verán lo que es éste poema a continuación. Es uno de mis favoritos, ojalá sea el suyo.
La canción del no y el sí
1
Hubo un tiempo en que creía, cuando aún era inocente,
y lo fui hace tiempo igual que tú:
quizás también me llegue uno a mí
y entonces tengo que saber qué hacer.
Y si tiene dinero
y si es amable
y su cuello está limpio también entre semana
y si sabe lo que le corresponde a una señora
entonces diré «No».
Hay que mantener la cabeza bien alta
y quedarse como si no pasara nada.
Seguro que la luna brilló toda la noche,
seguro que la barca se desató de la orilla,
pero nada más pudo suceder.
Sí, no puede una tumbarse simplemente,
sí, hay que ser fría y sin corazón.
Sí, tantas cosas podrían suceder,
ay, la única respuesta posible: No.
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El poema no termina allí sino que continúa en una segunda y tercer parte. Es muy importante el modo en el que el poeta y dramaturgo logra un verso tan fuerte y tan sentido como lo son los siguientes:
2
El primero que vino fue un hombre de Kent
que era como un hombre debe ser.
El segundo tenía tres barcos en el puerto
y el tercero estaba loco por mí.
Y al tener dinero
y al ser amables
y al llevar los cuellos limpios incluso entre semana
y al saber lo que le corresponde a una señora,
les dije a todos: «No».
Mantuve la cabeza bien alta
y me quedé como si no pasara nada.
Seguro que la luna brilló toda la noche,
seguro que la barca se desató de la orilla,
pero nada más pudo suceder.
Sí, no puede una tumbarse simplemente,
sí, hay que ser fría y sin corazón.
Sí, tantas cosas podrían suceder ,
ay, la única respuesta posible: No.