Si bien estos cuentos les causaban pesadillas de noche, el pequeño Robert Louis Stevenson se sentía atraído y fascinado, tanto por los cuentos de horror de su niñera, como las historias del diluvio universal, el arca de Noé y todo lo que también escuchaba en la iglesia del pueblo.
Cuenta su biografía que sus primeros juegos infantiles consistían en jugar a la iglesia, en donde armaba una especie de púlpito y oraba como si fuera el pastor. Después, ya a eso de los siete años, comenzó a inventar historias y a desplegar su imaginación, que lo caracterizaría como escritor.
La madre del pequeño Stevenson escribió en un diario que fue en 1855 cuando su hijo escribió la primera historia, de puño y letra. Pese a que adolecía de una enfermedad pulmonar y que murió muy joven, la madre documento en un diario todos los procesos de su hijo desde pequeño.
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