Tema: José de Espronceda

Ya desde su estancia en el monasterio José de Espronceda se dedicó a escribir sus primeros poemas, alentado por uno de los monjes y allí fue que creó la obra “El Pelayo”.Al salir, escribió una novela histórica a la que llamó “Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar” y "El pastor Clasiquino". Su vida literaria estaba formándose de manera muy convicente, puesto que sus obras anteriores habían tenido una excelente repercusión entre los españoles. De este modo fue que decidió seguir con la poesía y publicó un tomo de versos que fueron muy ponderados.

Los críticos y analistas literarios han colocado a osé de Espronceda como uno de los máximos referentes del romanticismo español y se dice que su poesía posee influencias de Lord Byron. Si bien fue autor de obras de narrativa (cuentos y novelas históricas) brilló en la poesía y entre sus numerosas obras se encuentran una gran cantidad de versos cortos que hablan sobre le bien, el mal, el amor, la traición, las guerras y las intrigas.

José de Espronceda es un gran poeta español, nacido en Almendralejo en 1808 y uno de los referentes del romanticismo. Desde muy pequeño se interesó por la poesía y así fue que junto a otros compañeros de colegio fundó una organización secreta a la que llamaron “Los Numantinos”. He aquí algunos versos de este brillante y emblemático poeta español:”A la muerte de Torrijos y sus compañeros”

Helos allí: junto a la mar bravía
cadáveres están, ¡ay!, los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.

Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.

Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores,

Y los viles tiranos, con espanto,
siempre delante amenazando vean
alzarse sus espectros vengadores.

Más tarde, ya con casi 20 años José de Espronceda funda la Academia de Mirto para seguir con lo que aprendió en el colegio sobre letras y poesía. Pero por esas actividades secretas José de Espornceda fue desterrado de su colegio y llevado a otro claustro. Luego, cuando fue adulto, viajó por toda Europa y en Portugal se enamoró de la hija de un coronel. Otros poemas de José de Espronceda son: “A la patria”

¡Cuán solitaria la nación que un día
poblara inmensa gente!
¡La nación cuyo imperio se extendía
del Ocaso al Oriente!
Lágrimas viertes, infeliz ahora,
soberana del mundo,
¡y nadie de tu faz encantadora
borra el dolor profundo!
Oscuridad y luto tenebroso
en ti vertió la muerte,
y en su furor el déspota sañoso
se complació en tu suerte.
No perdonó lo hermoso, patria mía;
cayó el joven guerrero,
cayó el anciano, y la segur impía
manejó placentero.
So la rabia cayó la virgen pura
del déspota sombrío,
como eclipsa la rosa su hermosura
en el sol del estío.

José de Espronceda se caracterizó por er un autor referencial e uno de los movimientos literarios más importantes que tuvo españa durante el siglo XIX: el romanticismo. Más versos de este magnífico escritor que fue José de Espronceda son:

¡Oh vosotros, del mundo, habitadores!,
contemplad mi tormento:
¿Igualarse podrán ¡ah!, qué dolores
al dolor que yo siento?
Yo desterrado de la patria mía,
de una patria que adoro,
perdida miro su primer valía,
y sus desgracias lloro.
Hijos espurios y el fatal tirano
sus hijos han perdido,
y en campo de dolor su fértil llano
tienen ¡ay!, convertido.
Tendió sus brazos la agitada España,
sus hijos implorando;
sus hijos fueron, mas traidora saña
desbarató su bando.
¿Qué se hicieron tus muros torreados?
¡Oh mi patria querida!
¿Dónde fueron tus héroes esforzados,
tu espada no vencida?

Cuando José de Espronceda encontró el amor en Portugal junto a una muchacha que se llamaba Teresa de la Mancha, tuvo que dejarla porque el padre de la joven se oponía a su relación. Así es que nacieron muchos poemas de amor, los cuales lo harían ser una de las figuras más célebres del romanticismo español. Más poesía de José de Espronceda:

¡Ay!, de tus hijos en la humilde frente
está el rubor grabado:
a sus ojos caídos tristemente
el llanto está agolpado.
Un tiempo España fue: cien héroes fueron
en tiempos de ventura,
y las naciones tímidas la vieron
vistosa en hermosura.
Cual cedro que en el Líbano se ostenta,
su frente se elevaba;
como el trueno a la virgen amedrenta,
su voz las aterraba.
Mas ora, como piedra en el desierto,
yaces desamparada,
y el justo desgraciado vaga incierto
allá en tierra apartada.

Desde el año 1833, tiempo en que José de Espronceda se separaría definitivamente de su amada Teresa de la Mancha, se dedicó a la política y trabajó como periodista. También formó parte de la marina española, llegando a ser teniente hasta que en el año 1841 lo nombran secretario de la Legación española en La Haya y luego es diputado en la provincia de Almería. Otros poemas de José de Espronceda:

Son tus labios un rubí
partido por gala en dos,
arrancado para ti
de la corona de un dios.

Canta en la noche, canta en la mañana,
ruiseñor, en el bosque tus amores;
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.

Teñido el cielo de amaranta y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará también a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.

José de Espronceda es el referente de la poesía del romanticismo español, sobre todo por la influenci que tomó de Lord Byron. Además de poesía romántica y extensa escribió muchos poemas cortos entre los que se encuentran «A Jarifa en una orgía», «El verdugo», «El mendigo», «El reo de muerte» o «Canción del cosaco».

Otro poema de José de Espronceda:

Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.

Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.

Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.