Dickens, un novelista brillante

Charles Dickens, cuyo nombre completo era Charles John Huffam Dickens, fue un brillante escritor inglés nacido en el año 1812. Fue, por tanto, uno de los novelistas más destacados del siglo XIX y figura a imitar por los demás escritores que le siguieron. Entre sus obras se pueden recordar David Coperfield o Un cuento de navidad. Un fragmento suyo dice;

"Una fría noche de invierno, en una pequeña ciudad de Inglaterra, unos transeúntes hallaron a una joven y bella mujer tirada en la calle. Estaba muy enferma y pronto daría a luz un bebé. Como no tenía dinero, la trasladaron al hospicio, una institución regentada por la junta parroquial de la ciudad que daba cobijo a los más necesitados. Al día siguiente nació su hijo y, poco después, ella murió sin que nadie supiera quién era ni de dónde venía. Al niño lo llamaron Oliver Twist".

Charles Dickens es considerado un genio dentro de la narrativa universal, sobre todo durante la era victoriana en pleno siglo XIX, momento en que la novela naturalista y realista se hicieron firmes dentro de la narración europea. Se caracterizó por tener un humor irónico con el que practicaba la crítica a la sociedad del momento como lo hicieron muchos otros autores europeos de su tiempo. Otro fragmento de su obra dice así:

“En aquel hospicio pasó Oliver los diez primeros meses de su vida. Transcurrido este tiempo, la junta parroquial lo envió a otro centro situado fuera de la ciudad donde vivían veinte o treinta huérfanos más. Los pobrecillos estaban sometidos a la crueldad de la señora Mann, una mujer cuya avaricia la llevaba a apropiarse del dinero que la parroquia destinaba a cada niño para su manutención. De modo, que aquellas indefensas criaturas pasaban mucha hambre, y la mayoría enfermaba de privación y frío”.

En las novelas de Charles Dikcens se puede destacar su capacidad para describir personas y lugares con precisión. Estos componentes podían ser reales o bien ficticios, y sin embargo el escritor inglés no perdía la caracterización y la voluntad para mostrar un sitio o a una persona tal como él quería que apareciera. Además de escribir con su nombre real, en algunas ocasiones publicó con un seudónimo: Boz. Más de sus obras recordadas:

“La gata se ha retirado hasta la puerta, y está gruñendo; no a ellos, sino a algo que hay en el suelo, delante de la chimenea. Queda muy poco fuego, pero hay un vapor denso y sofocante en la habitación, y una capa grasienta y oscura ennegrece las paredes y el techo. La chaqueta y la gorra del viejo están colgadas en una silla. El cordón rojo que ataba las cartas se encuentra en el suelo, pero no se ve papel alguno, sino sólo una masa negra y desecha en el suelo.
-¿Qué le pasa a la gata? -dice el señor Guppy- ¡Mírala!”.

La obra y la influencia de Charles Dickens fueron tan notorias que sirvió de inspiración a escritores de la talla de Chesterton, Virginia Woolf, Henry James y George Gissing. Todos ellos eran devotos lectores de sus novelas y vivieron en carne propia la maestría de este gran escritor inglés. Algo distintivo de su pluma, entre otras cosas, era la sensibilidad con la que intentaba luchar contra la falsedad y frivolidad de la sociedad victoriana. Otro fragmento de una de sus obras dice:

"Avanzan despacio, observando todos los objetos. La gata sigue donde la encontraron, gruñéndole a algo que hay en el suelo, delante de la chimenea, entre las dos sillas. ¿Qué es eso? Levanta la luz. Aquí, en el entarimado, hay un pequeño rodal quemado; aquí están las cenizas de un puñado de papeles, aunque menos livianas de lo normal; parecen impregnadas de algo; y aquí están... aquí están los residuos de un pequeño tronco carbonizado y hecho trozos, salpicado de cenizas blanquecinas; ¿o será carbón? ¡Horror; está aquí!, y aquello de lo que huimos, apagando la luz, derribándonos el uno al otro apresurándonos para salir a la calle, es cuanto queda de él”.

Charles Dickens, además de un célebre novelista, fue autor de relatos breves y dio vida a cuentos magníficos que quedaron instalados con el paso de los siglos en el imaginario popular, como es el caso de Un cuento de navidad, que tuvo tanta trascendencia que llegó hasta la pantalla grande en muchas ocasiones. Actualmente se editan sus libros y son buscados en las librerías por lectores grandes y pequeños. Más de sus obras para recordar:

“¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Acudid a esta casa, por el amor de Dios!
Son muchos los que acuden, pero nadie puede hacer nada. El lord canciller de este tribunal, fiel a su título en su último acto, ha tenido la muerte de todos los cancilleres de todos los tribunales, la de todas las autoridades de todos los lugares, cualesquiera que sean sus nombres, donde se cometen fraudes y se hacen injusticias”.

Las primeras novelas de Charles Dickens fueron publicadas en los diarios de la época, por entregas, tal como se estilaba entonces. Una vez que los mecenas o inversores notaran el éxito de los textos, de acuerdo a la repercusión de los diarios, entonces recién allí se largaban a lanzar una publicación en formato de libro. De esta manera Charles Dickens fue ganado rápidamente prestigio y fama en el plano de su país, y también en el resto de Europa. Con el tiempo su obra y fama se fue extendiendo hacia Norteamérica. Otros de sus textos dice:

“Llame su señoría a la muerte con el nombre que quiera, atribúyala a quien le apetezca, o diga que podía haberse evitado de alguna manera: es siempre la misma muerte; innata, congénita, generada en los humores corrompidos del mismo cuerpo depravado, y nada más. Es la Combustión Espontánea, y de ninguna otra muerte ha podido morir".

La historia de vida de Charles Dickens es muy interesante. Fue hijo de un empelado de la oficina de la Armada en Portsmouth. Su madre, una mujer de clase media mantenía su matrimonio pese a que el padre de Charles era una persona que malgastaba el dinero y se daba la gran vida pese a no poder hacerlo. Debido a esa situación, el niño no cursó los estudios hasta que tuvo nueve años, lo que más tarde los analistas y críticos se lo echarían en cara. Más de sus fragmentos para recordar:

“Tenía mi cabeza sujeta como en un tubo; pero yo me retorcía a su alrededor rogándole que no me pegase. Se detuvo un momento, pero sólo un momento, pues un instante después me pegaba del modo más odioso. En el momento en que empezó a azotarme, yo acerqué la boca a la mano que me sujetaba y la mordí con fuerza. Todavía siento rechinar mis dientes al pensarlo”.

Ya que los padres de Charles Dickens no lo enviaron a la escuela primaria desde pequeño, el joven fue un autodidacta hasta que entró al colegio a la edad de nueve años. Una vez cursados los primeros estudios, ingresó a un instituto de cultura a cargo de William Gile, quien fuera un graduado de la Universidad de Oxford. El niño pasaba mucho tiempo fuera de su casa, mayormente en las bibliotecas, en donde se convirtió en un lector voraz y compulsivo. Más de sus obras para compartir:

“Entonces él me pegó como si hubiera querido matarme a golpes. A pesar del ruido que hacíamos, oí correr en las escaleras y llorar. Sí; oí llorar a mamá y a Peggotty. Después se marchó, cerrándome la puerta por fuera y dejándome tirado en el suelo, ardiendo de fiebre, desgarrado y furioso. ¡Qué bien recuerdo, cuando empecé a tranquilizarme, la extraña quietud que parecía reinar en la casa! ¡Qué bien recuerdo lo malo que empezaba a sentirme cuando la cólera y el dolor fueron pasando!”.

Desde muy niño, apenas Charles Dickens aprendió a leer por su cuenta, se hizo fanático de las novelas picarescas como “Las aventuras de Peregrine Pickle” del escritor Tobías Smollett. También leía a Henry Fielding, quien aseguran que se convitió en su escritor predilecto. Otros de sus libros favoritos fueron Robinson Crusoe y El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. Más fragmentos de sus obras:

“Estuve escuchando largo rato; pero no se oía nada. Me levanté con trabajo del suelo y me miré al espejo. Estaba tan rojo, hinchado y horrible, que casi me asusté. Me dolían los huesos, y cada movimiento me hacía llorar; pero aquello no era nada al lado de mi sentimiento de culpa. Estoy seguro de que me sentía más culpable que el más temible criminal”.

Los primeros años de la infancia de Charles Dickens transcurrieron en uno de los barrios más pobres de Londres, en la calle Street, Camden Town. El mismo se definió como un «niño muy pequeño y no especialmente cuidado». Durante ese tiempo se deció a sus primeras lecturas y también a la contemplación de imágenes y pinturas. Más de sus fragmentos novelescos para disfrutar y compartir en este foro:

“Empezaba a oscurecer y cerré la ventana. Durante mucho rato había estado con la cabeza apoyada en los cristales, llorando, durmiendo, escuchando y mirando hacia fuera. De pronto oí el ruido de la llave y entró miss Murdstone con un poco de pan y carne y una taza de leche. Lo puso todo encima de la mesa, sin decir nada, y mirándome con ejemplar firmeza. Después se marchó, volviendo a cerrar la puerta tras de sí.

Ya cuando cumplió los doce años Charles Dickens se definía como un futturo novelista de ficción. Pensó que para llegar a ser un gran escritor debería contar con dinero para solventar sus publicaciones y empezó a trabajar en una fábrica de crema para zapatos llamada Warren's boot-blacking factory, en donde trabajaba hasta diez horas por día. Su padre había sido encarcelado por no pagar impuestos y con esa plata ayudaba a su madre. Otros de sus fragmentos dicen:

“Era ya de noche, y yo continuaba sentado en el mismo sitio, con la esperanza de que viniera alguna otra persona. Cuando me convencí de que ya aquella noche no volvería nadie, me acosté, y en la cama empecé a meditar con temor en lo que sería de mí en lo sucesivo. ¿Lo que había hecho era un crimen? ¿Me meterían en la cárcel? ¿No habría peligro de que me ahorcasen? "

Ya cuando cumplió los doce años Charles Dickens se definía como un futturo novelista de ficción. Pensó que para llegar a ser un gran escritor debería contar con dinero para solventar sus publicaciones y empezó a trabajar en una fábrica de crema para zapatos llamada Warren's boot-blacking factory, en donde trabajaba hasta diez horas por día. Su padre había sido encarcelado por no pagar impuestos y con esa plata ayudaba a su madre. Otros de sus fragmentos dicen:

“Era ya de noche, y yo continuaba sentado en el mismo sitio, con la esperanza de que viniera alguna otra persona. Cuando me convencí de que ya aquella noche no volvería nadie, me acosté, y en la cama empecé a meditar con temor en lo que sería de mí en lo sucesivo. ¿Lo que había hecho era un crimen? ¿Me meterían en la cárcel? ¿No habría peligro de que me ahorcasen? "