Las crónicas como género literario

Las crónicas como género literario se afianza en el siglo XIX gracias a diversos autores, que desde ciertas partes del mundo, contaban diversas situaciones políticas, sociales y económicas, así como también situaciones personales, a diversos lectores que expectantes aguardaban el desenlace o la continuación de la crónica.
Las crónicas con más adeptos fueron las llamadas “Crónicas policiales” donde se contaban o mejor dicho se relataban crímenes pasionales, venganzas, traiciones o historias de mujeres que, por amor a un rufián se lanzaban a la prostitución.
Así la crónica que meramente podía contar como había sucedido un asesinato se convertía en literatura al agregar procedimientos ficcionales y melodramáticos que lograban enriquecer el texto y aumentaba el número de lectores.
Aquellos procedimientos eran: la figura de un narrador, la creación del suspenso, los personajes típicos en situaciones típicas, el uso de la descripción minuciosa y los efectos entre la realidad y la ficción.

La crónica es uno de los géneros más apasionantes, ya que cuentan historias verdaderas y es responsabilidad de la maestría de cada autor dotarla de elementos literarios que la vuelvan verdaderamente una obra de arte.

Durante el siglo XX hubo un tiempo de producción casi inagotable de crónicas, lo que ha dejado sus influencias para la producción periodística en la actualidad. Sin dudas, y creo que muchos coincidirán conmigo, uno de los padres de la crónica en el siglo pasado ha sido Truman Capote, autor también, de novelas policíacas pero un eximio autor de crónicas. Sin dudas que su obra más relevante fue la novela A sangre fría, que cuenta el asesinato feroz de una familia completa en la ciudad de Kansas.

Mucho hay para contra sobre este género y siempre es muy bueno recordarlo, ya que creo que es uno de los géneros fundacionales de lo que luego fue la novela de ficción.

Y a propósito de haber comenzado a hablar del género de la crónica, qué mejor ocasión para continuar hablando sobre Truman Capote y de algunos de sus libros como el caso de Plegarias atendidas, trabajo que él mismo catalogó como su obra maestra.

Capote también se destacó en sobremanera en otros géneros como es el caso del cuento y en Música para camaleones supo desplegar con increíble habilidad y estilo todos sus atributos como escritor y observador de la realidad.

Este autor revolucionó, sin dudas, las formas de consumo estético, en especial la de los lectores de diarios, ya que sus crónicas se publicaban en los más importantes periódicos estadounidenses, marcando un antes y un después en las crónicas policiales. También publicó durante los años 50 en la famosa revista Play boy, sin contar los numerosos medios gráficos de Estados Unidos y también de otros países europeos en los que vivió.