La literatura se despide de Imre Kartész

El gran escritor húngaro, premio nobel de Literatura, Imre Kartész, anunció a todos sus lectores que dejará de escribir ya que siente que su obra sobre el “Holocausto nazi” está terminada.
En palabras del autor: "Ya no quisiera escribir. La obra que está tan relacionada con el Holocausto ha concluido para mí". Así es como toda la literatura despide con mucha tristeza al escritor de 83 años, un ejemplo a seguir, un sobreviviente de los campos de exterminio de Auschwitz y Buchenwald, un hombre cuya historia recorrió las bibliotecas y librerías del mundo.
Luego de vivir y sobrevivir los tiempos del nazismo, la guerra, la muerte y la tristeza, Imre Kartész encontró su refugio en la literatura, su lugar seguro al cual recurrir y transformar su propia escritura. Las novelas de Kartész, precisamente, narran su experiencia en esa desolada época donde la vida era un regalo para pocos.
Por ello con gran tristeza el mundo literario despide a Imre Kartész, pero no sin antes agradecerle sus novelas, su historia y su voz.

A continuación comparto un fragmento de su primera novela “Sin destino”, para acercarles la desgarradora prosa narrativa de Imre Kartész

" Cuando salía para la escuela, también mi madrastra se sinceró conmigo. Estábamos a solas, en la entrada de casa y me dijo que en aquel día tan triste para todos nosotros esperaba "contar con un comportamiento adecuado" por mi parte. No sabía qué responderle, así pues no dije nada. Quizá haya interpretado mal mi silencio, porque continuó diciéndome que no había querido herir mi sensibilidad y que sabía que su advertencia era, en realidad, innecesaria. Estaba segura de que yo, un muchacho de quince años, era perfectamente capaz de calibrar la "gravedad del golpe que habíamos recibido"; ésas fueron sus palabras. Asentí con la cabeza y vi que con eso le bastaba. Entonces, hizo un gesto con la mano, y temí que fuera a abrazarme. No lo hizo, se limitó a soltar un largo y profundo suspiro entrecortado. Me di cuenta de que sus ojos se ponían húmedos; me sentí incómodo. Después, me dejó ir. Fui andando desde la escuela hasta el almacén. Era una mañana limpia y tibia para ser el principio de la primavera. Hubiera podido desabrochar mi abrigo, pero desistí: la ligera brisa podía haber hecho que las solapas hubieran ocultado de manera antirreglamentaria mi estrella amarilla. "