Desde los tiempos de la conquista, los pueblos latinoamericanos se han visto envueltos en una tradición mestiza-mulata que no sólo transformó su cultura, economía y sociedad sino que también transformó la forma de producir su escritura. Dicho de otra manera, el “elemento español” fundó el pueblo latinoamericano, fundó las razas y por ende el mestizaje.
La raza blanca, desde la antigüedad, fue la raza que legislaba, la que imponía los proyectos y ordenaba. En cambio, desde siempre lamentablemente, la raza negra era la que colocaba la fuerza de trabajo y obedecía. Si bien los blancos quisieron mantener la pureza en la sangre, los plebeyos blancos comenzaron a mantener encuentros con la raza negra y poco a poco fueron mezclándose. De aquella mezcla mágica y productiva nace el “Mestizo” que será siempre un elemento fronterizo pero que formará parte del corpus literario de toda Latinoamérica. Es el individuo que conservará en sí el poder y la fuerza de sus antepasados y podrá tomar su voz mestiza para crear excelentes obras. Uno de los "Mestizos" más conocidos es el Inca Garcilaso de la Vega, a quien se lo considera como el "primer mestizo biológico y espiritual de América" y quien logró unir a sus dos herencias culturales: la indígena americana y la europea (española-italiana)