"El matadero" es una de las obras más importantes de la literatura argentina, y para muchos críticos es fundacional al igual que el “Facundo” de Sarmiento.
Para quienes no conocen la obra les recomiendo fervientemente que la lean, y a continuación daré cuenta de por qué se dice que “El matadero” es una ficción.
El matadero se trata de una pura ficción, una ficción que le permitió al autor, Esteban Echeverría, romper la frontera y dejar entrar a la masa bárbara dándoles una voz, la voz de la plebe, una voz inarticulada, disonante, obscena; En resumen, un gran griterío, es decir una ficción que le permitió al autor-narrador introducirse en el Matadero de la Convalecencia, un escenario de violencia, de suciedad, de perros hambrientos; de mujeres achuradoras, de risas carnavalescas, de sangre que inmoviliza, de barro, de animales muertos, de descuartizadores, de carniceros y por supuesto de voces, y dar como resultado esta insaciable y maravillosa obra, libro, cuento, relato, un cuadro de costumbres, una pintura de época que es El Matadero.
En el afán de definir si El Matadero es cuento, relato, pintura de época o cuadro de costumbre, sostengo que en el texto, en los primeros momentos, hay una representación documental, versiones irónicas de hechos y personajes tipos. En este primer momento podemos considerarlo “historia”, “mi historia”; En los momentos finales, que giran alrededor de la fuga del toro y el martirio del unitario, se acentúa el aspecto narrativo, “mi narración”, un cuento. Además el texto es caracterizado por ser un cuadro de costumbres, porque exhibe, enjuicia y utiliza los recursos pintorescos de la plasticidad, el movimiento y el color en la elección del escenario, que es un escenario original ya que es curioso e insólito, y esta fuera de lo común.
Como bien sabemos, el matadero sirvió para representar a la sociedad porteña de 1839 desde la mirada de un autor-narrador declarado enemigo del Restaurador, de aquel hombre que había restaurado el terror en la vida de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires, nada menos que el tan comentado en muchas de las novelas, cuentos, relatos, textos de la literatura argentina en el S XIX por supuesto no es otro que Juan Manuel de Rosas.
Podemos afirmar que Echeverría tiene un propósito claro, que es escribir sobre la situación política de su momento. Y lo que queda más claro aún es que El Matadero quiere ser historia, con la vocación de convertirse en documento, con la voluntad de hacer ver y participar a los lectores para que se comprometan con la reacción que el autor sostiene, que no es otra que la “indignación” al gobierno rosista. Dicho de otro modo, el autor nos presenta y nos hace espectadores de la vida en El Matadero para que veamos, a partir de esa “res pública” (república) que se encuentra dentro de los límites de la frontera, a la pura trasposición con lo que se estaba viviendo en términos políticos en la Buenos Aires de en 1839.. Por lo tanto el texto lo que hará es denunciar el uso de la violencia en la política de estado. Es decir, que lo que queda más que claro es que Echeverría hace uso de su literatura para urdir con la política en el período rosista.
Lo interesante de todo esto es que el cuento de Echeverría fue escrito, en Montevideo en 1839-1840, cerca de los hechos que estaban sucediendo en el país, pero no fue leído hasta 1871 cuando Juan María Gutiérrez lo publicó a 19 años de la caída de Rosas. Pero por más que se haya publicado luego de la caída del período rosista, “El matadero”, sin dudas, forma parte del testimonio de nuestra historia.