Pier Paolo Pasolini es el gran cineasta italiano, creador de grandes films como “Medea”, “El evangelio según San Mateo”, “Teorema”, “Edipo Rey” y por allí sigue la lista. Pero Pasolini no sólo fue un increíble cineasta que revoluciono la industria del cine, sino que también revoluciono el campo literario, escribiendo grandes poemas y dando un gran mensaje de humildad y a la pobreza que la burguesía ignoraba.
Pasolini, con su obra, lo que hace es denunciar el cambio ocurrido en Italia en los años de la posguerra, donde el consumismo, la muerte, la droga, el horror, había invadido todos los espacios de la vida.
“Cenizas de Gramsci” es un poema escrito a la memoria de Gramsci, Antonio Gramsci, el político marxista italiano. Y su obra se escribe, no desde la ficción, sino desde su condición de poeta convirtiendo el poema en denuncia y en acusación a todos los ciudadanos que ven el horror y la muerte y no hacen nada.
El autor nos invita a recorrer con él el pobre barrio marginado, el proletariado, que ignora que allí a pocos pasos yace Gramsci, quién lucho por ellos. Así este viaje que realiza Pasolini tiene como fin la tumba de Gramsci. En ese cementerio oculto, en las periferias de Roma, fue depositado el cuerpo de Gramsci y Pasolini se dirige allí para preguntarle acerca de la utilidad de su muerte en un mundo indiferente. Su obra es una confesión autobiográfica de lo que ocurrirá en Italia con las Brigadas Rojas con la muerte de Aldo Moro. Es decir, que su poesía no sólo es poesía romántica sino que convierte ese romanticismo en poesía ideológica.
Pasolini, con su poema, logró una vez más representar y retratar la vida y la historia de un personaje que dio su vida por un pueblo, que ahora está prestando más atención al cosmopolitismo que a la historia de su vida y de su tiempo.
A continuación, uno de los poemas que dan cuenta de ésta poesía ideológica de Pasolini y de cuáles y cómo son las preguntas que Pasolini le dirige a Gramsci.
Canto 3
Un trapo rojo como aquel
enroscado en el cuello de los partisanos
y cerca de la tumba, sobre el terreno calcinado
diferentemente rojos, dos geranios.
Allí yaces, señalado con adusta elegancia
no católica, en el elenco de los extraños
muertos: Las cenizas de Gramsci...A la esperanza y a la vieja desconfianza te acerco,
caminante sin rumbo en esta flaca tierra, frente
a tu tumba, a tu espíritu apresado
acá entre estos liberados(O existe algo
diferente, quizás de mayor éxtasis
y también de mayor humildad, ebria simbiosis
adolescente de sexo y muerte...)
y desde este país en el que no tuvo descanso
tu alerta, percibo qué error
aquí en la quietud de las tumbas- junto
a qué razón -en el inquieto destino
nuestro- tuviste escribiendo las supremas
páginas en los días de tu asesinato.
Aquí para testimoniar el semen
aún no esparcido del antiguo dominio,
estos muertos aferrados a una posesión
que ahonda en los siglos su abominación
y su grandeza: y al mismo tiempo obsesión
esa vibración de yunques, sordamente
sofocada y profunda- del humillado
barrio-para verificar el fin.
Y heme aquí...pobre, vestido
con ropas que los pobres espían en las vidirieras
de chillón fulgor, y que han perdido
la suciedad de perdidas calles
de los bancos de tranvías que vuelven
confuso mi día: mientras siempre más raras
son estas vacaciones, en el tormento
de mantenerme vivo; y si me ocurre 10
de amar el mundo no es más que por un violento
e ingenuo amor sensual
así como, confundido adolescente, en una época
lo odié, si me hería el mal
burgués a mi burgués: y ahora, dividido
-contigo- objeto parece
de rencor y sí casi de místico
desprecio, la parte que tiene el poder?
sin embargo sin tu rigor, subsisto
porque no elijo. Vivo en la apatía
de la eclipsada postguerra: amando el mundo que odio- su miseria
despreciable y perdida- por un oscuro escándalo
de la conciencia...
Marcadores