Uno de los rasgos del modernismo es la búsqueda de la evasión de una realidad circundante que no es para nada del agrado de los escritores de por aquel entonces.
Dicha evasión se llevaba a cabo espacial y temporalmente.
La mente de los escritores y los motivos de sus creaciones se iban a épocas pasadas o a lugares remotos en busca del exotismo que tanto llama en sociedades que quieren evadirse de su momento presente.
Como dijo Rubén Darío, se trata de crear en sus obras un mundo ideal para poder sobrellevar el día a día y es por eso q suelen aparecern princesas, castillos y demás elementos fantásticos.
Que buena aportación!
Es cierto que buscaban evadirse.
Quizá por la pobreza circundante, escribían también en busca de la creación de ambientes refinados, cercanos al lujo en muchas ocasiones.
Buscaban lo aristocrático, y el cosmopolitismo y la vuelta a las raíces hispánicas son otras de sus vías de escape.
En el fondo se nutren de muchas cosas y lo aprovechan todo para renovar el lenguaje y el discurso poético a su gusto.
Efectivamente renovar el lenguaje poético era una de sus aspiraciones.
Trataban de que éste constituyera una creación única y que causara sorpresa en los lectores.
Los vocablos extranjeros sirvieron a ese propósito de la misma manera que los arcaísmos, los neologismos o el estilo conversacional o americanista.
Buscaron efectos impresionistas a base de centrarse en las sensaciones, siendo la sinestesia la figura predilecta y el cromatismo uno de los rasgos esenciales del movimiento.
Todo lo que dice Santi es cierto, y además hay que añadirle el gusto por la cadencia musical de sus escritos por parte de los modernistas.
Trataron de recuperar para ello viejas formas métricas como el hexametro clásico o versos castellanos de la antigüedad como los tetrástrofos monorrimos o el endecasílabo dactílico.
Además rompen con la división en hemistiquios del alejandrino gracias al uso de los encabalgamientos.
Asimismo crean nuevos metros en busca de libertad métrica, decantándose por versos largos y amétricos, lo que dio como resultado los poemas en prosa y el verso libre.
El modernismo se extendió rápidamente por España y un caso peculiar fue el modernismo de Cataluña.
Este se parecía más al latinoamericano en lo referente a su carácter antiimperialista y antiopresor, oponiéndose al estado español que reprimía las nacionalidades.
Surgió en 1890 y destacan Santiago Rusiñol, quién también era pintor, Joan Maragall, Enric Morera o pintores como Ramón casas.
Por supuesto, el genial arquitecto Antonio Gaudí, también pertenecía a este movimiento.
Dice Jorge Luis Borges que la historia de Leopoldo Lugones es inseparable de la historia del modernismo, aunque su obra, en su conjunto, excede los límites de esa escuela, porque a fines del siglo XIX y a principios del XX, el modernismo renovó las literaturas de lengua española. “Esta renovación era necesaria – asegura Borges – después del siglo de oro y el barroco, la literatura hispana decae y los siglos XVIII y XIX son igualmente pobres”.
Con esa decadencia, asegura el crítico y escritor argentino Jorge Luis Borges, contrastan la complejidad y el vigor de otras literaturas de Europa: en la poesía de Francia, cuyo influjo en el modernismo sería decisivo. Aquí es que aparece, entonces, la figura de Leopoldo Lugones, en un contexto en que la literatura de lengua española se encontraba agotada.
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