Hoy me gustaría hablar sobre la relación entre la ficción y la política que existe en la obra “Amalia” de José Mármol.
José Mármol, en su primera y única novela “Amalia”, es donde se encuentra una fuerte relación entre ficción y política, el autor utiliza un recurso estructural llamado la categoría de “ficción calculada”, un recurso que supone el transcurso de varias décadas entre los acontecimientos y el momento de su narración, es decir un mecanismo que convierte el presente en historia, postura heredada de Balzac.
Lo que Mármol realiza, utilizando el mecanismo de “ficción calculada”, es documentar la ficción, ya que convertir al presente en pasado es una vocación documentalista, por el único hecho de que al ser un documento es una prueba de verdad. Por ello es que Mármol se afianza sobre este recurso, para dejar un testimonio como denuncia a lo que está ocurriendo en el país.
No hay que olvidar que José Mármol, es un exiliado que reside en Montevideo, por ello es que construye a “el porvenir” en la caída del régimen rosista y en la “llegada” de la nación que todos los exiliados rioplatenses imaginan.
Esta operación con la que José Mármol se afianza para hacer su novela, transforma a la política en historia, captura el presente y lo cristaliza en la escritura como pasado: la conjura del presente preserva a la novela del paso del tiempo. El hacer del presente un pasado que sirve como testimonio.
Pero lo que no hay que olvidar es que “Amalia” es un texto que está muy atravesado por las acontecimientos y circunstancias políticas que se estaban sucediendo en ese tiempo, en donde, como repetí varias veces la política era una fuente muy importante en los autores y de donde se crea una nueva especie de “género literario” que representó a muchos de los autores en siglo XIX.
Lo maravilloso que hace Mármol y lo que genialmente también hizo Echeverría fue que en cada uno de sus escritos incluyeron el miedo, un método bastante propagandístico que era utilizado para provocar la reacción del pueblo en la novela, un “arma” de lucha para incluir a los lectores, arengándolos y haciéndolos participar de la lucha política. Si bien funcionó en la novela de Mármol no podemos decir lo mismo del cuento de Echeverría, ya que no fue publicado en el año en donde sucedían todas esas cosas que se retratan y se ponen en escena en el matadero. De otro modo hubiese funcionado para hacer despertar a la Argentina, ayudarles a perder el miedo al pueblo, abrirle los ojos, hacerles recordar quién era esa hombre que estaba en el poder y hacerles sentir que desde afuera se seguía luchando para derrocar al enemigo. Si Mármol le da un cuerpo, una voz, una descripción a Rosas, Echeverría también le da una voz y un cuerpo pero representado en la masa violenta del Matadero.
Ambas novelas ponen en escena el movimiento político y ficcional que hacían los autores durante la época rosista.