Si pensamos en las obras de Jorge Luis Borges o de Gabriel García Márquez no podemos pasar por alto como construyen su imaginario. Para dicha tarea ambos autores toman una decisión, eligen que forma de realismo van a utilizar. Mientras que Borges se asienta en el realismo fantástico, García Márquez decide irse por el lado del realismo maravilloso, el realismo latinoamericano.
A continuación voy a esclarecer de qué hablamos cuándo hablamos de realismo maravilloso y realismo fantástico.
El autor que comienza hablando de realismo maravilloso es Alejo Carpentier en su prólogo al “Reino de este mundo” allí el autor plantea una forma de realismo que rompe con el realismo decimonónico burgués.
Carpentier, estando en Haití, se da cuenta que el estar en contacto con lo cotidiano es lo que podría llamarse lo real maravilloso. Es decir, aquel paisaje exótico, virginal, lo fáustico del indio, los mestizos, etcétera, es lo real maravilloso para el autor. Un realismo que pertenece a toda Latinoamérica.
Por otro lado, el realismo fantástico, produce en el lector el miedo a través de la duda. Es decir, el realismo fantástico es el miedo a lo sobrenatural, a lo desconocido y se da por la ruptura entre lo real y lo imaginario. Y en cambio, el realismo maravilloso produce, en lugar del miedo, el encantamiento. Lo maravilloso está en la realidad, en los objetos.
Así es como Borges construye su imaginario en el realismo fantástico y García Márquez elige construir su literatura en las bases del realismo maravilloso.