Las calles no paran de llorar humedad, la neblina se apropia de los edificios haciéndolos invisibles y las luces parpadean soledad en una noche fría y cruel, en una noche destinada a humedecerte hasta el alma.
Con toda esa humedad en mi ser llegue a mi casa, hogar dulce hogar y sí, me hice mí té de media noche.
Regresé luego de ver una obra de teatro. Hay noches en las que sólo veo representadas escenas de una vida cotidiana. No quiero hacer una crítica teatral sobre lo que vivo, todavía no tengo ese título, solo voy a dar mi humilde opinión de espectadora. No me gusto...Salí muy triste, tal vez esperaba otra cosa, tal vez esperaba alguna historia intrincada de esas que no paran de agujerearnos el alma.
De repente imagino que se enciende la luz y hay un escenario. Un vacío, un actor y una música que te envuelve en un espacio contenido bajo una lámpara, que se permite arrojar una luz sobre los rostros de los personajes que salen a escena.
Allí está la actriz, con su voz, su postura, su excelencia, me conmueve. Quiere contar una historia dolorosa, llena de pesar y sufrimiento. Porque aquella mujer sin sombra es una mujer sufrida, divorciada, arquitecta, desesperada, sola. Pero con un presencia que a veces se apaga en escena, como un foco, pero cuando se enciende es pura luz eterna.
Allí está el actor, su voz se pierde en la sala. Tal vez este queriendo ocupar demasiados espacios de la voz, muchos, muchísimos espacios que no hacen más que, tal vez, desdibujar a la actriz. Si bien está queriendo lograr un buen personaje, por momentos tiene una gran historia que contar, pero por otros esa luz se desvanece en el chiste fácil, un chiste forzado, chiste de texto, que hace perder el hilo de la historia. Pero qué manera de reír que tiene éste actor, se ríe de la escena, se ríe de mí. Una acción que no hizo más que cansarme y hasta, nose, molestarme.
El público está a mí alrededor, sentada observa la escena. Les gusta lo que ven, aplauden a cada chiste, y en cada aplauso una daga me atraviesa. Porque lo que se está contando no es un chiste, -Señor espectador, le están diciendo a esa mujer que su ex marido se enamoro de su hija, que no es su hija de sangre sino de corazón, y que a la vez van a tener un hijo y que además él nunca se sintió mejor en su vida estando con ella, con su hija, su novia, su amante. Es tremendo, riamos, lloremos, pero es, está pasando ahí en el escenario, ¿no lo ve? es teatro, es realidad, no sé. Es teatro. Eso conmueve, el teatro conmueve cuando logra golpear el ser y decir “usted se está riendo de la desgracia ajena”.
Bueno sí, me río. Pero me duele.
Terminé de saborear mi té de vainilla por ende doy por terminado mi té de anochecer.
Es tarde y sigo sin poder dormir. Tal vez me haga otro té, o tal vez intente soñar un poco. Mientras por afuera pasan los aviones.