Cuando más encendido está el debate de los derechos de autor, he aquí una gran noticia: La obra de James Joyce queda liberada, a disposición de la Humanidad. Vaya por delante que no estoy en contra de los derechos de autor, faltaría más, sería tirarme piedras contra mi propio tejado. Lo que me parece una antigualla carente de sentido en nuestros días es la manera de gestionar esos derechos y el empecinamiento de algunos en prolongar una explotación ligada al papel.

Sea como sea, el 70 aniversario de la muerte del escritor irlandés James Joyce es una buenísima noticia. Los herederos de Joyce, más específicamente su nieto Stephen Joyce, constituyen un castigo para los amantes de la obra de Joyce. El nieto, con la escusa de "salvaguardar el honor de la familia", ha declarado públicamente que incluso ha quemado documentos del autor de Ulises. Y, por supuesto, tasaba dicho "honor" y cobraba hasta hace unos días por cualquier cita del gran Joyce.

Hace dos décadas ya vivimos una felicidad parecida, pero en aquella ocasión se truncó en el último momento. Fue cuando en 1991 el período fijado conservar los derechos patrimoniales de un autor pasó en la legislación europea de los 50 años después de la muerte del autor, a los 70 años actuales. O sea, 20 más de propina. Pero no hay mal que cien años dure, así es que los setenta años de rigor acaban de pasarse el pasado día 13 de enero, ya que ese fue el día de la muerte de James Joyce en 1941.

Por tanto, desde hace unos días los derechos patrimoniales del escritor irlandés han expirado y la obra de Joyce pasa al dominio público. Eso quiere decir que estamos de suerte, que la obra de Joyce puede ser utilizada en forma libre. Naturalmente, respetando los derechos morales del autor, que ésos no expiran jamás.


Incluso el famoso festival de Bloomsday ha sufrido la voracidad de la familia Joyce. Se trata de una gran celebración el 16 de junio es Bloomsday, es el día de 1904 en el que se desarrolla la acción de la gran novela Ulises, de James Joyce, en Dublín. Las celebraciones se alargan durante una semana en esa fecha. La tradición lleva a vestirse y salir ese día para visitar los lugares en los que se desarrolla la novela, en especial el matrimonio Bloom que la protagoniza, así como participar en las lecturas, paseos y actividades de convivencia de todo tipo que de alguna manera sirven de contacto con Ulises, su autor y su mundo.

Hasta ahora, han tenido que restringirse al máximo las lecturas durante el festival de Bloomsday, pero este año esas lecturas serán libres, por fin libres, y todos los asistentes al festival podrán disfrutar sin limitaciones la gran obra de James Joyce.

El festival responde al homenaje de los dublineses al insigne autor, y eso cariño de la ciudad está más que justificado. Realmente Joyce vivió fuera de Irlanda casi toda la vida, pero su universo literario se centra en Dublín, su ciudad natal y también la ciudad en las que se desarrollan los escenarios, ambientes, personajes y demás materia narrativa de su obra.

James Joyce es uno de los grandes maestros de la literatura del siglo XX. Su obra maestre es la ya mencionada titulada Ulises. Más controvertida fue su siguiente novela Finnegans Wake. Merece la pena destacar también Dublineses, una serie de historias y relatos de poca extensión. Se considera parcialmente autobiográfica Retrato del artista adolescente.