Me gustaría trabajar y dar a conocer, en esta oportunidad, la idea del doble alegórico en uno de los cuentos más conocidos de Edgar Allan Poe llamado “William Wilson”. Digo idea alegórica, y me interesa ese tópico, porque en las obras que trabaje tanto: “El rey Lear” de Shakespeare como, ahora, el “William Wilson” pude observar que ambas obras trabajan la idea de doble alegórico como una temática fundamental en sus historias. Veamos el cuento de Poe.
En “William Wilson”, el doble alegórico ya no funciona como un espejo del personaje sino como la voz de la consciencia. Si bien el doble es de carne y hueso, la única característica particular del mismo parece ser la evidencia de su función alegórica:
“…Mi competidor estaba aquejado de cierta debilidad en el aparato vocal que le impedía elevar la voz, la cual se reducía a ‘una especie de cuchicheo muy bajo’…”
Además de esta particularidad en la voz del otro William Wilson, lo que pone de manifiesto su función alegórica es su aparición inmediata en la vida del personaje cuando éste realiza actos moralmente reprobables. Cada vez que aparece amonesta a Wilson o lo delata:
“…debo confesar que por su sentido moral, si no por su talento y prudencia mundana, era muy superior a mí, y que hoy sería yo mejor hombre, y por consiguiente más feliz, a no haber rechazado tan a menudo los consejos que en sus cuchicheos significativos me daba…”
Los susurros moralizantes del doble representarían, por lo tanto, la voz de la conciencia, y el otro Wilson no sería más que un desdoblamiento de la personalidad del personaje. Sin embargo, su existencia física no concuerda con esta interpretación. Por esta razón, Todorov consideraba que “…no se puede decir que en este caso se trate de una pura alegoría; estamos más bien frente a una vacilación del lector…”
Si se interpreta al doble de Wilson como un doble físico de existencia real, no estaría muy alejado del bufón de Lear: ambos funcionarían como la otra voz, como aquella voz que dirige a los personajes hacia lo racional y lo adecuado. Sin embargo, el doble de Wilson no se vale del humor para aconsejar al personaje y su presencia amonestadora produce en éste desagrado:
“…Ya he hablado varias veces del aire de protección que Wilson afectaba conmigo, y de su frecuente y oficiosa intervención en mis voluntades, la cual tomaba con frecuencia el carácter desagradable de un consejo, pero no dado abiertamente, sino sugerido, insinuado tan sólo: yo lo recibía con una repugnancia cada vez más fuerte…”
El sentido alegórico, en cambio, explicaría mucho mejor las palabras finales del doble y sus apariciones repentinas: sólo aparece cuando es requerido, es decir, cuando Wilson comete un acto inmoral; y una vez muerto, una vez que Wilson acaba con su propia consciencia, le advierte al personaje sobre su muerte espiritual. El hecho de que el doble ya no susurre cuando dice sus últimas palabras, y que su voz es reconocida por Wilson como la suya propia, refuerza la interpretación alegórica.
En conclusión, lo que pude observar, es que tanto el bufón de Lear como el doble de William Wilson, pueden interpretarse como figuras alegóricas que funcionan como voces o ecos de los personajes y que intentan guiarlos por el camino correcto. Sin embargo, ambos fallan: Lear cae completamente en la locura y Wilson mata a su consciencia. Es por eso que desaparecen de las obras: ya no tienen una función que cumplir.