El motivo del doble en la obra de William Shakespeare; “El rey Lear”, es un tema fundamental y tiene estatuto alegórico. El bufón funciona como espejo de la locura de Lear, mostrándole lo que el rey no puede ver. Mediante frases cómicas e ingeniosas, el bufón intenta que el rey se percate de las locuras cometidas y acepte que está loco:
"LEAR.- ¿Me llamas loco, hijo mío?
BUFÓN.- Has abandonado todos tus restantes títulos; en cuanto a éste, naciste con él…”
A diferencia del rey, que no reconoce su locura, el bufón se declara loco abiertamente, aunque cada vez que le indica al rey lo irracional de sus actos habla con plena consciencia de lo que dice. Como voz de la locura del rey, el bufón cumple la misma función que cumplía el coro en la tragedia clásica: es un comentarista que pone de relieve el actuar demencial del rey al entregar el trono.
Pero el bufón no es sólo un doble por su función de espejo sino también porque, al declararse loco como el rey, puede intercambiar papeles con el mismo. Lear ya no es un rey sino un bufón, y el que es su bufón está más capacitado para ser rey que él mismo. Su posición de bufón, cuya ocupación es entretener al rey, le permite realizar comentarios groseros y críticas mordaces disfrazadas con un tono cómico que, sin embargo, no provoca la risa en el lector sino que hacen que la situación del rey sea más patética. Con su humorismo pretende salvar al rey de la locura, intenta “…cerrar la herida abierta causada por un conocimiento incongruente, por medio del alivio unificador y curativo de la risa…”
Finalmente, cuando su misión está cumplida y Lear se entrega a su locura, el bufón desaparece de escena: ya no resulta necesario, ahora el rey es el bufón.