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Tema: Los caminantes literarios

  1. #21
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    Italo Calvino ha sido otro gran escritor del siglo XX quien en su escritura ha utilizado el camino como estilo y forma poética.
    SI bien Italo Calvino ha escrito innumerables novelas y ensayos una de sus obras más famosas “Las ciudades invisibles” nos da la pista de caminante que ha tenido Calvino a lo largo de su literatura.
    Si bien “La ciudades invisibles” ha sido una obra en donde la descripción de las ciudades y de los caminos se hace visible hay otras grandes obras de éste gran autor en donde el caminar es una de las formas de estilo. Por ello es que a continuación compartiré un fragmento de “Las ciudades invisibles” y buscaré en otra obra aquellas descripciones caminantes que nos servirán para observar el modo en el que ve, observa y describe Italo Calvino.
    Creo que todos los autores que fui nombrando en ésta lista de caminantes literarios son muy variadas y cada uno de ellos utiliza una forma de caminar diferente y ello es precisamente lo que los hace tan únicos.

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  2. #22
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    A continuación compartiré un el inicio de “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino para que observen su forma de descripción y de caminante literario.

    LAS CIUDADES Y LA MEMORIA. I
    Partiendo de allá y caminando tres jornadas hacia levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas en bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de oro, que canta todas las mañanas sobre una torre. Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades. Pero es propio de ésta que quien llega una noche de septiembre, cuando Los días se acortan y las lámparas multicolores se encienden todas juntas sobre las puertas de las freiduras, y desde una terraza una voz de mujer grita: ¡uh!, se pone a envidiar a los que ahora creen haber vivido ya una noche igual a ésta y haber sido aquella vez felices.

  3. #23
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    Otra de las formas de caminar o andar de este caminante literario Italo Calvino la podemos observar en su cuento “La aventura de un automovilista”:

    Apenas salgo de la ciudad me doy cuenta de que ha oscurecido. Enciendo los faros. Estoy yendo en coche de A a B por una autovía de tres carriles, de ésas con un carril central para pasar a los otros coches en las dos direcciones. Para conducir de noche incluso los ojos deben desconectar un dispositivo que tienen dentro y encender otro, porque ya no necesitan esforzarse para distinguir entre las sombras y los colores atenuados del paisaje vespertino la mancha pequeña de los coches lejanos que vienen de frente o que preceden, pero deben controlar una especie de pizarrón negro que requiere una lectura diferente, más precisa pero simplificada, dado que la oscuridad borra todos los detalles del cuadro que podrían distraer y pone en evidencia sólo los elementos indispensables, rayas blancas sobre el asfalto, luces amarillas de los faros y puntitos rojos

  4. #24
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    Roberto Arlt es otro de los escritores que ha tomado el camino como forma de escritura, de descripción y de estilo.
    El escritor Argentino ha sabido retratar a partir de su mirada en la gran ciudad de Buenos Aires el cambio social y arquitectónico que estaba viviendo la ciudad. Tal como lo hizo Baudelaire en la ciudad de París, Roberto Arlt lo hizo en la Argentina y en la ciudad de Buenos Aires.
    Describe su ciudad como un cronista que observa y ve todos los detalles picarescos de una ciudad en vías a convertirse en una gran metrópolis. Todos los guiños, todas las historias que cuenta Arlt en varios de sus escritos llevan el sello de narrador del cambio.
    La ciudad convirtiéndose en metrópolis, la gente del barrio convirtiéndose en ciudadanos de la gran ciudad y las empresas plantando el sello de la gran industria son los esquemas que traza Arlt mientras camina por las calles del gran Buenos Aires…

  5. #25
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    En uno de sus textos: “Aguafuertes porteñas”, Roberto Arlt traza su esquema al observar su ciudad de Buenos Aires en vías de convertirse en lo que es hoy en día, una gran metrópolis.
    A continuación compartiré un fragmento de sus “Aguafuertes porteñas” titulado: “Silla en la vereda” para que observen el ojo de éste caminante literario:

    “Esto es el barrio porteño, barrio profundamente nuestro; barrio que todos, reos o inteligentes, llevamos metido en el tuétano como una bruje****ría de encanto que no muere, que no morirá jamás.
    Y junto a una puerta, una silla. Silla donde reposa la vieja, silla don****de reposa el “jovie”. Silla simbólica, silla que se corre treinta centíme****tros más hacia un costado cuando llega una visita que merece considera****ción, mientras que la madre o el padre dice:
    -Nena; traete otra silla.
    Silla cordial de la puerta de calle, de la vereda; silla de amistad, silla donde se consolida un prestigio de urbanidad ciudadana; silla que se le ofrece al “propietario de al lado”; silla que se ofrece al “joven” que es candidato para ennoviar"

  6. #26
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    Y si hablamos de caminantes literarios no podemos dejar de mencionar a James Joyce quien a través de su gran obra “Ulises” describe el caminar y el accionar de su alter ego Leopoldo Bloom a través de las calles de Dublin.
    Es muy difícil poder compartir algún fragmento donde se observa el caminar de éste gran escritor porque la obra, si es que la leyeron o la están por leer, verán que es muy entreverada y bastante complicada de leer ya que no tiene un ritmo común y sencillo sino que es precisamente ese decir de palabras lo que marca la complejidad en ésta gran obra. Desde ya que si tienen el deseo de leerla léanla, no se van arrepentir.
    Si bien la escritura de éste caminante literario es clara su andar es el que marca el ritmo de ésta novela. Por ello a continuación compartiré un fragmento en el que si bien no se observa al personaje caminando si describe su forma, su caminar y su definición estilística de observador-observado:

  7. #27
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    He aquí el fragmento de “Ulises” de James Joyce, el caminante literario:
    ¿Qué edad tiene el alma del hombre? Así como tiene la virtud del camaleón para cambiar su tinte con todo lo que se le acerca, de ser alegre con el divertido y triste con el abatido, del mismo modo su edad es cambiable de acuerdo con su humor. Leopoldo ya no es, sentado como está ahí, rumiando el bolo de la reminiscencia, aquel sensato agente de publicidad y poseedor de una modesta fortuna en fondos. Veinte años han pasado. Ahora es el joven Leopoldo. Ahí, como en sucesión retrospectiva, espejo dentro de un espejo (¡y listo!), se contempla a sí mismo. Se ve aquella figura joven de entonces, precozmente varonil, caminando en una mañana de escarcha desde la vieja casa en Clanbrassil Street hasta el instituto, la cartera llena de libros en bandolera, y en ella un buen trozo de pan de trigo, una idea de la madre.

  8. #28
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    Por último me gustaría compartir las caminatas de otro gran caminante literario llamado Albert Camus, éste escritor del existencialismo, el teatro y la ficción ha sido otro gran caminador que ha sabido retratar en sus obras el paso del tiempo, el existencialismo y la vida. Por ello es que a continuación me gustaría compartir con ustedes a éste último gran caminador de la filosofía y de la vida para que puedan observar una nueva y distinta forma de caminar.
    Como habrán podido observar en los diferentes autores que fui compartiendo a lo largo del Post cada uno de ellos ha emprendido una ruta diferente, una forma de caminar distinta y ello es lo que ha hecho que me haya tomado el tiempo y las ganas de mostrarles cada una de sus grandes y enigmáticas caminatas.
    Espero que les inspiren las ganas de leer a éstos caminantes literarios ya que sus obras no son solo caminos sino que son precisamente sus escritos los que nos llevan a recorrer grandes caminos.

  9. #29
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    En su gran obra “El extranjero” Albert Camus describe caminando todo lo que va sucediendo alrededor:

    "El día avanzó un poco más. El cielo enrojeció sobre los techos y, con la tarde que caía, las calles se animaron. Pero a poco regresaban los paseantes. Reconocí al señor distinguido en medio de otros. Los niños lloraban o se dejaban arrastrar. Casi en seguida los cines del barrio volcaron sobre la calle una marea de espectadores. Los jóvenes tenían gestos más resueltos que de costumbre y pensé que habían visto una película de aventuras. Los que regresaban de los cines del centro llegaron un poco más tarde. Parecían más graves. Todavía reían, pero sólo de cuando en cuando; parecían fatigados y soñadores. Se quedaron en la calle, yendo y viniendo por la acera de enfrente. Las jóvenes del barrio andaban tomadas del brazo, en cabeza. Los muchachos se habían arreglado para cruzarse con ellas y les lanzaban piropos de los que ellas reían volviendo la cabeza. Varias que yo conocía me hicieron señas."

  10. #30
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    "Las lámparas de la calle se encendieron bruscamente e hicieron palidecer las primeras estrellas que surgían en la noche. Sentía fatigárseme los ojos mirando las aceras con su cargamento de hombres y de luces. Las lámparas hacían relucir el piso grasiento y, con intervalos regulares, los tranvías volcaban sus reflejos sobre los cabellos brillantes, una sonrisa, o una pulsera de plata. Poco después, con los tranvías más escasos y la noche ya oscura sobre los árboles y las lámparas, el barrio se vació insensiblemente, hasta que el primer gato atravesó lentamente la calle de nuevo desierta. Pensé entonces que era necesario comer. Me dolía un poco el cuello por haber estado tanto tiempo apoyado en el respaldo de la silla. Bajé a comprar pan y pastas, cociné y comí de pie. Quise fumar aún un cigarrillo en la ventana, pero sentí un poco de frío. Eché los cristales y, al volverme, vi por el espejo un extremo de la mesa en el que estaban juntos la lámpara de alcohol y unos pedazos de pan."

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