Tema: Frases y poemas de Pedro Salinas

La mayoría de sus versos eran de amor, de hecho se lo conoció con el apodo del “poeta del amor”, ya que escribía a sus amores con pasión y desenfreno. Algunos fueron:

“Dentro del hombre ni esperanza empuja ni memoria sujeta”.

“Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, sólo tú serás tú”.

“Esta noche te cruzan verdes, rojas, azules, rapidísimas luces extrañas por los ojos. ¿Será tu alma?”.

“En esta luz del poema, todo, desde el más nocturno beso al cenital esplendor, todo está mucho más claro”.

“Te quiero así inocente, toda ajena, palpitante en lo que está fuera de ti, tus ojos proclamando las vívidas verdades de colores de la noche”.

“Es que quiero sacar de ti tu mejor tú. Ese que no te viste y que yo veo, nadador por tu fondo, preciosísimo”.

“En la noche y la trasnoche, y el amor y el transamor, ya cambiados en horizontes finales, tú y yo, de nosotros mismos”.

Pedro Salinas dedicó muchos de sus versos a una amante que conoció en España, quien sería luego una destacada profesora de literatura estadounidense. Algunas de las frases de amor que le escribió fueron:

“Tú vives siempre en tus actos. Con la punta de tus dedos pulsas el mundo, le arrancas auroras, triunfos, colores, alegrías: es tu música. La vida es lo que tú tocas”.

“Y nunca te equivocaste, más que una vez, una noche que te encaprichó una sombra, la única que te ha gustado. Una sombra parecía. Y la quisiste abrazar. Y era yo”.

“Ahora te quiero, como el mar quiere a su agua: desde fuera, por arriba, haciéndose sin parar con ella tormentas, fugas, albergues, descansos, calmas”.

“Te besé en los labios. Densos, rojos. Fue un beso tan corto, que duró más que un relámpago, que un milagro, más. El tiempo después de dártelo no lo quise para nada ya, para nada lo había querido antes”.

Otros versos de amor de Pedro Salinas fueron:

“Largos goces iniciados, caricias no terminadas, como si aun no se supiera en qué lugar de los cuerpos el acariciar se acaba, y anduviéramos buscándolo, en lento encanto, sin ansia”.

“La quiero para soltarla, solamente. No tengo cárcel para ti en mi ser. Tu libertad te guarda para mí. La soltaré otra vez, y por el cielo, por el mar, por el tiempo, veré cómo se marcha hacia su sino. Si su sino soy yo, te está esperando”.

“Jamás palabras, abrazos, me dirán que tú existías, que me quisiste: Jamás. Me lo dicen hojas blancas, mapas, augurios, teléfonos; tú, no. Y estoy abrazado a ti sin preguntarte, de miedo a que no sea verdad que tú vives y me quieres. Y estoy abrazado a ti sin mirar y sin tocarte. No vaya a ser que descubra con preguntas, con caricias, esa soledad inmensa de quererte sólo yo”.