“Qué gran desgracia la de no poder estar solo”. Con esa frase, que pertenece a un escritor francés, comienza el cuento de Edgar Allan Poe titulado “El hombre de la multitud”, otro de sus célebres relatos de misterio y terror.

El cuento es narrado por su protagonista, un hombre que acaba de salir de una grave enfermedad, sobre la que poco le han sabido decir los médicos y se encuentra sentado en un bar de Londres.

Del bar, este hombre observa casi con encanto a las multitudes que transitan por las calles londinenses y casi como fascinado, analiza a cada uno de ellos describiéndolos y encasillándolos en distintas clases.

Ya casi siendo de noche, el narrador del cuento advierte la presencia de un viejo arruinado que camina por las calles, delgado y vestido con ropas viejas y sucias. Ante el asombro, el protagonista decide dejar la mesa del bar y salir a su encuentro.